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Pasé gran parte de mi vida dentro de las queserías, cortando queso, hablando de queso... siempre fue una experiencia fascinante, intrigante... en todo el mundo, hablé con queseros de todo tipo, desde los más taciturnos hasta los más la mayoría de los ponentes... desde los simples y tímidos, hasta los astutos y suspicaces... con todos, aprendí algo, y en muchos vislumbré grietas de luz en las sombras que dominan un oficio que se pierde entre la sublime imprecisión del arte. y desconcertante lógica de la ciencia... Así, año tras año, queso a queso, fui cosiendo este brillante mosaico compuesto de hechos, fenómenos... y, ciertamente, creencias indescriptibles... porque la ilusión, (dulce para algunos) , amargo para otros) acompaña inefables y certeras, historias míticas de queseros y queseros, creadores y criaturas... En esta sorprendente vida quesera, caminé asustado entre feroces hordas de coliformes y traicioneras bandadas de mariposas... Caí en Me enamoré de los dulces propiónicos en los verdes pastos y sentí el calor, casi humano, de los inquietos termófilos y la letárgica placidez de los cálidos y bien educados mesófilos... Descendí a las profundidades de bodegas cavernosas seducido por el embriagador aroma de las cetonas. y metilcetonas de quesos viejos, mohosos en su desgracia de olvido eterno... En este laberinto de recuerdos y olvidos intermitentes, tropezaba y recogía
Letras sueltas que Atenea, llena de hechizos, sembró, al azar, en mi camino... de ellas hice palabras que, alfarero incierto, convertí en ladrillos inertes, que se elevaron en muros vivos cuando con ellas construí este libro, el hogar perenne de un conocimiento que tomé prestado de tantos queseros cuyos amables ojos miré, cuyas manos ásperas estreché, cuyo valioso tiempo robé... ya sea en la pianura de la mágica Lombardía, o en las inexplicables montañas de mi difunto Minas Gerais... Encerrado durante meses en estos ásperos muros de palabras circunspectas y tortuosos puntos y comas, me convertí en esclavo de este libro, desde el prólogo esperanzador hasta el fatal.
epílogo... Y ahora, en posesión de mi carta de libertad, os dejo esta obra y parte de mi propia historia, y retomo el camino sin fin, llevado por estos pies incansables y mis ojos ansiosos, fieles guías de un corazón inquieto. , sin dirección, sin quebrantamiento, impulsada sólo por la necesidad de crear y ser más grande que mi propia existencia... 

Quesos Duros

SKU: Book-07
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